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Lo que deben saber nuestros pacientes

El Dr. Carlos López Ayala, es un Médico Cirujano que ejerce en el Ecuador y tiene más de 30 años de experiencia en el campo.

Sus áreas de especialización son: Hígado, Páncreas, Cirugía Oncológica, Cirugía Laparoscópica, Cirugía Robótica.

Por Dr. Carlos López Ayala.

La cirrosis es la deformación global de la estructura interna del hígado que tiene lugar cuando una gran cantidad de tejido hepático normal es sustituido de forma permanente por tejido cicatricial no funcional. El tejido cicatricial se desarrolla cuando el hígado está dañado de forma repetida o continua.
Las causas más comunes de cirrosis son elabuso crónico del alcohol, la hepatitis vírica crónica y el hígado graso no derivado del abuso del alcohol.

Los síntomas, cuando aparecen, incluyen falta de apetito, pérdida de peso, fatiga y malestar general.
Pueden tener lugar muchas complicaciones graves, como acumulación de líquido dentro del abdomen, hemorragia en el tubo digestivo y deterioro del funcionamiento del cerebro.
El diagnóstico se basa en los síntomas, los resultados de la exploración clínica, pruebas de diagnóstico por la imagen y, en algunas ocasiones, una biopsia.

Los médicos tratan las complicaciones, pero el daño debido a la cirrosis es permanente.

Las personas con cirrosis están en riesgo de desarrollar cáncer de hígado, por lo que se realizan ecografías (y, en caso necesario, una resonancia magnética nuclear o una tomografía computarizada con regularidad para detectar un posible cáncer.

La cirrosis es una causa de muerte frecuente en todo el mundo. 

Diversos trastornos, fármacos o sustancias y toxinas pueden dañar el hígado de forma repetida o continua. Si el daño es súbito (agudo) y limitado, el hígado normalmente se regenera creando por sí mismo nuevas células hepáticas y uniéndolas a la red de tejido conjuntivo (estructura interna) que queda cuando las células hepáticas se destruyen. Si la persona consigue sobrevivir el tiempo suficiente, puede producirse la reparación y recuperación completa. Sin embargo, cuando el daño es repetido, los intentos del hígado para reemplazar y reparar el tejido dañado conducen a una cicatrización.

El tejido de la cicatriz no realiza ninguna función. Cuando la cirrosis está extendida y es grave, el tejido cicatricial forma bandas en todo el hígado, destruyendo su estructura interna y alterando su capacidad de regeneración y de funcionamiento. Esta cicatrización grave se denomina cirrosis.
Como la función hepática se deteriora, el hígado es menos capaz de degradar y eliminar fármacos, toxinas y sustancias de desecho producidas en el organismo, procesar la bilis, producir proteínas que ayuden a la coagulación de la sangre (factores de coagulación), producir albúmina, (una proteína que ayuda a evitar que el fluido se escape fuera de los vasos sanguíneos).

Por Dr. Carlos López Ayala.

La Hepatitis es una enfermedad inflamatoria que afecta al hígado, entre sus agentes causales, en una buena mayoría es por infección viral.

La Hepatitis A, B y C, son los tipos más frecuentes y conocidos de esta enfermedad.

Las infecciones por el virus de la Hepatitis B y C causan inflamación del hígado, por lo que se debe tomar medidas para prevenir su contagio a tiempo, ya que este virus puede causar enfermedad hepática crónica, para luego dar paso a una cirrosis y/o cáncer de hígado.

El virus de la hepatitis A (VHA),está presente en las deposiciones de las personas infectadas y casi siempre se trasmite por el consumo de agua y/o alimentos contaminados. En ese sentido, el especialista es muy enfático en señalar que los hábitos de higiene son muy importantes para evitar este contagio, como  lavarse las manos después de ir al baño y antes de cocinar.

El virus de la hepatitis B (VHB),se transmite por vía sexual por contacto con sangre, semen y otros líquidos corporales infectados. En general, se da en pacientes con conductas sexuales de riesgo, ligada a la infección por el virus del VIH/SIDA.

El virus de la hepatitis C (VHC),se trasmite por el contacto con sangre y derivados contaminados (procedimientos médicos, uso de drogas inyectables intravenosas, por  realización de tatuajes y perforaciones o por la transmisión de una madre infectada a su hijo/a).

¿Cómo se puede prevenir?

Existe vacuna para la Hepatitis A y B.
Es importante mantener hábitos de higiene adecuados, donde el lavado de manos es fundamental.

Evite beber agua en zonas donde las condiciones sanitarias sean deficientes y no exista un control adecuado.
Lave siempre frutas y verduras.

En el caso de la Hepatitis B, las medidas preventivas son las mismas para evitar enfermedades de trasmisión sexual, es decir, relaciones sexuales seguras a través del uso del Condón o preservativos.

Jamás compartir agujas o jeringas. En caso de que se quiera realizar un tatuaje es necesario buscar un lugar que cuente con autorización sanitaria establecida para evitar algún contagio con material potencialmente contaminado.

No consumir drogas ilícitas inyectables.

Por Dr. Carlos López Ayala.

En ocasiones, las sustancias contenidas en la bilis “se endurecen” y propicia la formación de piedras o cálculos, que en un 60% de los casos no producen síntomas de alerta.

El resto presenta dolor en el lado derecho del abdomen.

La molestia habitualmente aparece tras las comidas y puede irradiarse hacia la espalda e ir acompañada de otros síntomas como malestar inespecífico, náuseas e incluso vómitos.

HAY PERSONAS MÁS PROPENSAS A PADECERLOS

La mayoría de los cálculos que se forman en la vesícula son de colesterol. 

Existen varios factores de riesgo que facilitan su desarrollo. Estos son:

  • La predisposición genética:Hay familias cuyo organismo “vierte” más cantidad de colesterol a la bilis y, puesto que en ellos es una característica genética, el riesgo se mantiene de padres a hijos (a no ser que se modifiquen los hábitos de vida).
  • Tratarse con estrógenos: Al parecer, las mujeres que son tratadas con estas hormonas tras la menopausia tienen también más riesgo de que se formen piedras en su vesícula.
  • La obesidad: Las personas con un sobrepeso importante suelen ser también más dados a ello.
  • Tener los triglicéridos altos o el colesterol bueno bajo: Ambas cosas propician que se acumulen lípidos malos en la bilis y eso dificulta un vaciamiento normal de la vesícula. Los residuos que van quedando pueden unirse y formar esas piedras de colesterol.
  • La pérdida brusca de peso: Si se da esta circunstancia (tan habitual en las mujeres jóvenes), disminuye la cantidad de ácidos biliares y el vaciamiento de la vesícula se hace más lento. Vale la pena recordar que toda aquella pérdida que suponga rebajar más de un kilo por semana no es conveniente ni saludable y solo en determinadas situaciones (cuando los beneficios superan a los riesgos) y bajo estricto control médico se recomiendan.

 

CÓMO PREVENIR LAS PIEDRAS EN LA VESÍCULA

A partir de los factores que riesgo que hemos mencionado antes, se puede llegar perfectamente a la conclusión de cuáles son los hábitos que pueden ayudar a prevenir estas formaciones de piedra.

Aparte de eliminar los kilos que sobran (pero no de forma muy rápida), también se recomienda que en la alimentación, que debe ser equilibrada, haya suficiente aporte de fibra y que sea bastante baja en grasas.

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